La botella de vino más antigua, o al menos de la que se tenga constancia, tiene más de 1.600 años. Se encontró en 1867, enterrada en la tumba de un noble romano, en las proximidades de ciudad de Speyer en Alemania, y ahora se encuentra en el Museo Histórico de Pfalz.

La botella, que está sellada con cera, no se ha abierto nunca debido a que los químicos del Káiser, que analizaron la botella durante la Primera Guerra Mundial, aseguran que el líquido blanco que hay en su interior podría ser venenoso a causa del paso del tiempo.