Los frondosos bosques, los abundantes cursos de agua y los ricos yacimiento de hierro, hicieron del Bierzo Oeste un lugar privilegiado para la actividad de las herrerías, siendo su apogeo en el siglo XIX. Dispersas por buena parte del Bierzo, el mayor número de herrerías se concentran entorno al río Selmo y arrotos de la zona. En este recorrido descubriremos además de paisajes hermosos y gente amables y hospitalarias, los restos de una actividad que ocupó a sus habitantes durante muchos siglos.

Nuestro punto de partida es Corillón, ubicada en una zona protegida y soleada que le ha valido la presencia de numerosos pobladores. En la entrada de Corullón, aislada en la montaña está la iglesia románica de San Miguel. La iglesia de San Estaban se encuentra al otro lado del pueblo y data del 1100.

Si partimos dirección a Cadafresnas, podremos visitaremos la Peña del Seo y las explotaciones de wólfram. Nosotros, sin embargo, continuamos trayecto hasta el convento franciscano de Cabeza del alba, construido en 1423. Pasamos por Hornixa, Viariz, Melezna y los Mazos. Son pequeños pueblos de montaña con edificios de mampostería. Cerca del castro Viariz sale una senda que nos lleva al castro de San Sadurnín, que domina todo el valle.

En Arnadelo encontramos restos de una vieja ferrería a orillas del Selmo. A su lado, desemboca el arroyo de Valdelouro. Un camino nos lleva a la ferrería de 1853 llamada de Valdelouro.

Llegamos a Santo Tirso de Cabarcos, donde tendremos una excelente panorámica de los valles de Injertos, Sil y los farallones calizos (Los Penoucos). Descendemos hasta Castropetre, lugar muy apreciado y visitado por sus aguas medicinales. Un poco más adelante, en dirección a Oencia, hay una vivienda construida en parte sobre la capilla de la ferrería de Pontepetre, únicos restos que conservan de la levantada en el XV por el conde de Lemos.

Seguimos el margen del río hasta llegar Aarnado. Tuvo ferrería en el XV gracias a los condes de Lemsos, pero sólo se conserva el emplazamiento y el molino. Un camino en dirección a Montouto nos acerca a los dos ferrerías más, las de Río Cabo, de 1840. La primera de ellas se encuentra escondida entre el follaje y conserva parte de su estructura. La otra se halla a unos 100 metros de esta y conserva tan solo parte de sus muros.