El enólogo es, si cabe, una de las figuras más importantes y determinantes de una bodega. Es el responsable de todos los procesos que se realizan en la bodega y en el tratamiento del vino. Por lo tanto, en su mano está en gran medida la elaboración de un buen vino, siempre y cuando la cosecha reúna las condiciones óptimas.

Los enólogos tienen los conocimientos necesarios sobre el cultivo de la vid y la elaboración de los vinos, y a menudo, complementan su formación desarrollando labores relacionadas con el vino en diferentes bodegas, siendo Francia uno de los destinos recurrentes.

La figura del enólogo llena de prestigio a la bodega y sus vinos. En el Bierzo son varias las personas que se han formado un nombre en dicha profesión. Ejemplo de ello es el enólogo Raúl Pérez,  actualmente considera el enólogo con más proyección de nuestro país. Ha llamado la atención del crítico estadounidense Robert Parker, colocando entre sus listas a buena parte de sus etiquetas.

Son muchas las labores que desarrolla, entre ellas controlar el crecimiento óptimo de la vid y realizar las podas y ajustes necesarios. Este trabajo es determinante para conseguir un buen viñedo y en consecuencia una buena vendimia. Pero donde sin duda el enólogo despliega su “magia” es en la bodega, controlando los procesos de fermentación y maduración del vino, el embotellado y envejecimiento necesarios para cada añada.

Detrás de un buen vino hay esfuerzo, dedicación, grandes personas dedicadas al cultivo de la vid.