La ruta que os proponemos comienza en la parte Noreste del Bierzo para ir acercándonos al centro de la hoya berciana. Como pueblo de partida tomaremos Foncebadón, estuvo abandonado hasta el resurgir de la peregrinación a Santiago. Ahora encontramos establecimientos interesantes como el “Mesón Puerto Foncebadón” o “La Taberna de Gaia” que ofrece platos caseros y cocinados en horno de leña.

 

Después de pasar Foncebadón, la subida es más pronunciada, si cabe, hasta coronar el puerto del mismo nombre. En su cumbre nos encontramos con la Cruz de Ferro que destaca en el camino. Punto álgido donde el Peregrino Compostelano deja sus males en forma de exvotos. El monte Irago, cumbre totémica de los Montes de León domina la panorámica acompañada de valles boscosos y aldeas de piedra.

Pasadas un par de escuchamos la campana de Tomás, en el abandonado pueblo de Manjarín. Persona amable y muy social que acoge a cuántos peregrinos se dejan “caer” de camino hacia Santiago.

Siguiendo nuestros pasos en el camino llegaremos al Acebo, pueblecito estratégicamente situado, que conserva su aspecto medieval. Lo atraviesa una vía empedrada, la Ruta Jacobea. A esta altura abandonamos provisionalmente nuestro camino para conocer el publo de Compludo y su entorno, un valle fresco y tranquilo con abundante vegetación Antes de llegar al pueblo encontramos, a nuestra derecha, una Herrería declarada Bien de Interés Cultural (BIC) y a  la que llegamos tras un agradable paseo bordeando el río. Aunque actualmente permanece cerrada, el exterior del edificio y el entorno del río Meruelo recompensan la visita.

Retomamos nuestra ruta en El Acebo y recorremos Riego de Ambrós para disfrutar de la arquitectura popular berciana: solanas de madera y casas de piedra. Desde aquí se proponen rutas a pié que nos permiten descubrir una naturaleza singular, visitar la Iglesia Parroquial de Santa María de Magdalena y las ermitas de San Fabián y San Sebastián.

A unos 5 km llegamos al final de nuestra ruta, Molinaseca. Alto obligado en el Camino de Santiago. La arquitectura guarda un aire medieval y destaca a simple vista el puente “romano”, una construcción de piedra de planta románica que nos permite cruzar el río Meruelo. La oferta hostelera y gastronómica es muy abundante y podemos elegir según gustos y posibilidades. Hoteles rurales como De Floriana, El Palacio, o mesones con encanto como el Mesón Romano. Tabernas y restaurantes de todo tipo completan una rica oferta para descanso del caminante.